18 octubre 2012

Quito, cerca del cielo


A principios de septiembre estuve en Quito, invitado por la Agencia Belga de Desarrollo (CTB) para participar en un taller regional sobre comunicación para el desarrollo, un tema que la agencia intenta incluir de manera transversal en sus programas. La reunión fue facilitada y organizada por Guido Couck y Maureen Debruyne, encargados de comunicación en Bruselas, y contó con la participación de los tres países latinoamericanos donde la CTB tiene programas: Ecuador, Perú y Bolivia.

Desde su oficina central en Bruselas, la CTB ha realizado un trabajo interesante de comunicación interna, para motivar a quienes trabajan en los países a que se sientan parte del “espíritu CTB” y de los objetivos de esta agencia de cooperación. Para ello ha puesto en práctica iniciativas como “Té o café” (entrevistas individuales con trabajadores de la CTB), “One day” (brevísimos reportajes de 2 o 3 minutos sobre lo que sucede en un día de trabajo en una oficina de país), y “Extra time” (selecciones de lecturas interesantes).

Sin embargo, estas actividades de motivación y comunicación interna han hecho ver la necesidad de incorporar otros conceptos de comunicación vinculados más estrechamente con los programas de desarrollo en los países. 

En América Latina, el terreno para lograr este avance ya está abonado, ya que las oficinas de Bolivia, Ecuador y Perú han llevado a cabo ciertas actividades puntuales en ese sentido, aún sin contar con personal especializado y menos con un presupuesto específico asignado a la comunicación. Salta a la vista la importancia de incluir la comunicación para el desarrollo desde el inicio del ciclo de programación, desde la identificación del programa, su diseño, formulación e implementación, hasta la evaluación.   

Para abordar esos temas, impartí un taller de introducción a la comunicación para el desarrollo y el cambio social, dirigido al personal de la CTB y a otras instituciones de cooperación y desarrollo de Ecuador. Durante el taller hice dos presentaciones, la primera sobre la historia y evolución del pensamiento y de las prácticas de la comunicación para el desarrollo, y la segunda sobre sostenibilidad, comunicación y desarrollo. 

Al final del taller mostré Voces del Magdalena (2006) el documental sobre las radios comunitarias del Magdalena Medio, que realicé en Colombia.

Entre otros aspectos, abundé durante mis intervenciones en el hecho de que los conceptos de comunicación, desarrollo y cambio social, ya han sido reconocidos e incorporados por muchas instituciones bilaterales y multilaterales de cooperación internacional, a partir del trabajo realizado desde 1997 por el Consorcio de Comunicación para el Cambio Social del cual fui Director de Programas, y de un evento de trascendental importancia: el Congreso Mundial de Comunicación para el Desarrollo (CMCD) que tuvo lugar en Roma en octubre del 2006, convocado por la FAO, el Banco Mundial y la Iniciativa de Comunicación. Los encargados de comunicación de la CTB en Bruselas, Guido y Maureen, realizaron un breve video sobre el taller, con entrevistas sobre comunicación para el desarrollo.  Puede verse en YouTube.

El taller que impartí tuvo lugar en un salón del Museo Etnohistórico de Artesanías del Ecuador, Mindalae, que fue creado precisamente con apoyo de la cooperación de Bélgica. Cuenta con más de un millar de piezas de artesanía, en salas de excelente museografía dispuestas en los cuatro pisos del museo. Se trata de una propuesta alternativa de gestión de patrimonio artesanal, ya que no solamente se exhiben las piezas, sino que se explica el origen y el significado de los materiales que se han usado, así como el contexto cultural y simbólico.

Es importante que la Agencia Belga de Desarrollo haya decidido incorporar de manera transversal en sus programas el tema de la comunicación para el desarrollo, entendida como un elemento indispensable para la sostenibilidad y la durabilidad de sus programas. Ciertamente, esa decisión tendrá que acompañarse de una serie de acciones que fueron discutidas durante el evento, y que quedaron registradas en un documento que será compartido con las autoridades de la CTB en Bruselas.

El primer paso está dado: hay ahora una comprensión clara de lo que es la comunicación para el desarrollo y la diferencia esencial que existe entre las actividades de información y visibilidad institucional, con las de comunicación. Si se confirma la voluntad política de trabajar en esa línea, la primera medida que la CTB tendría que tomar es la reflexión, discusión y aprobación de una política de comunicación para el desarrollo, que sirva de orientación a todos sus programas y permita a la propia institución expresar de manera clara su opción en materia de comunicación.

A partir de una política o marco conceptual, la CTB podrá desarrollar estrategias de comunicación e información en sus programas, en los países donde tiene presencia. El propio ejercicio de diseñar esas estrategias permitirá reconocer la falta de personal calificado y especializado en comunicación para el desarrollo, así como la necesidad de contar con un presupuesto específico destinado a la implementación de la estrategia.

Ese proceso pasa por un cambio de mentalidad no solamente en aquellos que toman las decisiones, sino en todo el personal que trabaja en los programas y proyectos, cuya idea de la comunicación, por lo general, se reduce a los medios masivos y a la diseminación de información, pero no a la comprensión de la comunicación como un proceso horizontal y participativo. 

Guido Couck, de la Agencia Belga de Desarrollo (CTB)
La incorporación de una política de comunicación para el desarrollo debe vincularse estrechamente con los procesos de gestión de conocimiento, que la Agencia Belga de Desarrollo denomina “capitalización del conocimiento” y define como “la interpretación crítica de la experiencia que busca la lógica del proceso para ponerla a disposición de otros actores”.  Independientemente de esta definición, el concepto de gestión de conocimiento aún no ha permeado en la CTB; muchos siguen confundiendo conocimiento con información, y reducen la gestión de conocimiento a la difusión de las evaluaciones o lecciones aprendidas, cuando en realidad el énfasis debería estar en el proceso de aprendizaje. 

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Resulta imposible atravesar una muchedumbre
con la antorcha de la verdad
sin chamuscar una barba aquí, una peluca allá.
                                  —Lichtenberg