17 junio 2013

#YoSoy132, el libro

El 2 de julio del 2012 acompañé una de las marchas del movimiento #YoSoy132 en Ciudad de México. Estudiantes de varias universidades se unieron para  manifestar, como lo habían hecho en las semanas anteriores, contra el sistema político mexicano y las irregularidades del proceso electoral y contra la distorsión de la realidad y el poder manipulador que ejerce sobre la opinión pública el llamado “duopolio” televisivo: Televisa y Televisión Azteca.

Fotografié entonces pancartas en las que se leía: “Las instituciones tienen precio, nuestra dignidad no. Conciencia colectiva”, “IFE: Instituto de Fraude Electoral”, “Mexicanos al grito de guerra”, “Un minuto de silencio por el pueblo mexicano que no se rinde”, “Un pueblo ignorante es un pueblo sumiso”, “Los medios son de ellos, las paredes son nuestras”, “Peña Nieto, no pasarás”, “Lo único que me mantiene en pie es la conciencia”, “Un pueblo ignorante suele elegir a un gobierno ignorante”,  “Si no hay pan para el pobre, no habrá paz para el rico”, “Dejar de luchar es empezar a morir”, “Somos el pueblo informado y estamos en pie de lucha”, “Hoy estoy de luto”, “Murió la democracia, nació la revolución”, “No regresemos a la dictadura perfecta”, y varias frases del Ché.

Pocos días antes de cumplirse el primer año del nacimiento del movimiento #YoSoy132, a principios de mayo, pude refrescar mi memoria de aquellos hechos cuando asistí a la presentación del libro #YoSoy132 – Primera erupción visible, escrito a cuatro manos por mi cuate Jesús Galindo y José Ignacio González-Acosta, el primer libro que se publica sobre ese fenómeno social, político y cultural que durante algunos meses transformó a la sociedad mexicana. Hubiera querido escribir inmediatamente una crónica sobre el libro y su presentación, pero cinco semanas de viaje por cinco países y un virus porfiado e impenitente me lo han impedido hasta ahora.

La presentación se hizo en la Universidad Iberoamericana, en Santa Fe, en las afueras de la Ciudad de México. No es cualquier lugar para presentar una obra como esta, puesto que fue allí exactamente un año antes, 11 de mayo de 2012, cuando entre los muros de esa universidad privada y elitista germinó la semilla del movimiento de estudiantes #YoSoy132. Fue entonces cuando los estudiantes “de la ibero” le hicieron pasar un trago amargo al candidato a la presidencia, el priísta Enrique Peña Nieto, quien tuvo que refugiarse en uno de los baños para escapar al acoso.

Los asesores del ahora presidente de México cometieron el desliz de calificar a los estudiantes de agitadores infiltrados y eso abrió las puertas para que los aludidos se identificaran uno por uno con sus credenciales de universitarios, en un video que en pocas horas se convirtió en un fenómeno viral y dio nacimiento a #YoSoy132. El descontento de la población mexicana con el sistema político imperante fortaleció rápidamente este movimiento que tuvo la capacidad –inédita en México- de convocar a los candidatos presidenciales a un debate público en televisión.

Jesús Galindo Cáceres, Octavio Islas,  José Ignacio González-Acosta y dos estudiantes de la Ibero 
La “primera irrupción visible” es analizada por Galindo y González-Acosta en profundidad y en un lenguaje poco convencional que se corresponde con la propuesta principal del análisis. Según los autores el movimiento #YoSoy132 fue un movimiento “estético” diferente a otros movimientos sociales territoriales que se han producido regularmente en el país. Luego de una rigurosa investigación que acumuló 130 sesiones de grupo y encuestas en 22 ciudades mexicanas, los autores trasladan sus observaciones de marchas, entrevistas, testimonios y otras manifestaciones, a un texto sencillo y directo, escrito en un lenguaje cándido y coloquial con preguntas provocadoras y respuestas tajantes, como un diálogo de tú a tú –un tanto fragmentado- que interpela al lector para sumarlo a la reflexión.

El movimiento político, social, cultural y estético es abordado en 184 páginas por Galindo y González-Acosta, autores de generaciones separadas por más de tres décadas de distancia, pero unidos en una perspectiva renovadora de activismo intelectual del movimiento social que transformó el escenario político mexicano.

Un libro escrito a cuatro manos representa un desafío estilístico cuyo resultado es que algunos capítulos son mejores que otros, tanto en la reflexión como en la escritura. Más allá de los capítulos de análisis de contexto y de las descripciones detalladas de los hechos, quizás el texto más interesante es el que plantea la tesis de #YoSoy132 como un movimiento estético, lo cual podría aplicarse también a los indignados de España, a Occupy Wall Street, a los estudiantes chilenos, a los ciudadanos de Gezi park en Estambul, y a muchos otros movimientos sociales, en su mayoría constituidos por jóvenes, cuyo origen se remonta a los antiglobalizadores de Seattle en diciembre de 1999 y mucho antes, a los movimientos estudiantiles creativos de mayo 1968 en París.

Jesús Galindo Cáceres y  José Ignacio González-Acosta 
Los autores consideran que un movimiento social estético se diferencia de los movimientos tradicionales porque sus reivindicaciones tienen significan una elección entre “lo sublime y lo vulgar; lo honesto y lo deshonesto; lo bello y lo repugnante; lo legítimo y lo ilegítimo; lo justo y lo injusto; lo digno y lo indigno; la libertad y la opresión; lo moral y lo inmoral; la libertad y la coacción; la conciencia o la ignorancia; lo que ofende o enaltece; más de lo mismo o cambio; lo moderno y lo fuera de moda”.

Por ello, afirman, las comunidades estéticas no exigen exclusividad total sino que establecen relaciones con otras comunidades “pero no de modo rígido, exclusivo”. Por esas mismas características, las comunidades estéticas “son muy abiertas, muy inestables, frágiles…” Suelen potenciarse por el uso intensivo de múltiples sistemas de información y comunicación, tal como sucedió de manera viral y gracias a internet con #YoSoy132, y como había sucedido antes con el movimiento global de IndyMedia resultante de las manifestaciones de Seattle.

¿Ha sido #YoSoy132 un movimiento fundador o una llamarada de petate? En cuanto la fragilidad de los movimientos estéticos los autores son radicales en su análisis cuando afirman que el movimiento ya murió, a menos de un año de haber nacido, porque se institucionalizó: “… pasa a ser un movimiento social político, con fines y objetivos políticos definidos en la forma que lo conocemos aun hoy en día”.

Pero más allá de desaparecer como movimiento estético (lo que explicaría por ejemplo la poca asistencia de estudiantes durante la presentación del libro en la Universidad Iberoamericana), uno se pregunta si el movimiento #YoSoy132 no desapareció como tal al terminar la coyuntura electoral. “… la coyuntura política apagó parte de lo que se había encendido, y la forma del movimiento fue menor de lo que pudo llegar a ser. (…) … un movimiento así es posible, pero no tiene condiciones para poner en riesgo al sistema de orden y control vigentes de manera permanente o definitiva”.

La denominación de “comunidades estéticas”, con guiños a Oscar Wilde o a Lord Byron (también a Baudelaire y Rimbaud aunque pertenecen a la categoría de poetas “malditos”), es sin duda una apuesta arriesgada porque lo que cuenta desde el punto de vista histórico no es solamente la figura del dandy que sacude a la sociedad (épater la burgeoisie) sino la permanencia de su obra. Ninguna de esas “figuras” existe al margen de una obra importante que trasciende la manera de actuar coyuntural.

Queda también por verificarse la distinción generacional tajante que se hace entre “jóvenes” y “adultos” en el libro, no verificable en la realidad puesto que hay tantos jóvenes conservadores y “plásticos” para quienes lo mejor es que nada cambie, como adultos que sueñan y se comprometen día a día, sin aspavientos, en la transformación de la sociedad.

Marcha del movimiento #YoSoy132, el 2 de julio de 2012 en Ciudad de México
Durante la presentación del libro pregunté a Chucho y a José Ignacio cual era el “clic” que les había permitido recorrer juntos esta aventura editorial y ellos recordaron que fue una fortuita conversación de sobremesa (poco tiempo después de los eventos sucedidos en la Universidad Iberoamericana), cuando el editor del libro lanzó el desafío que ambos autores decidieron aceptar. José Ignacio (23 años de edad), estudiante de antropología y medios en la Universidad de Goldsmith en Londres, y Jesús, académico y promotor cultural con una trayectoria muy extensa, unieron fuerzas para sacar adelante el proyecto en menos de un año. A pesar de haber reunido miles de páginas de información y encuestas, el resultado es un libro relativamente breve, de fácil lectura, que consecuentemente con el aporte que representa, está disponible de manera gratuita en PDF a través de la revista Razón y Palabra que dirige Octavio Islas.

Para Jesús “Chucho” Galindo, este es el libro número 30 que publica. No entiendo cómo administra su tiempo para hacerlo tan rentable intelectualmente, porque entre su trabajo en la Universidad de Puebla y todo lo que publica en una cantidad de redes sociales de las que forma parte (jazz, cocina, diseño, moda, deportes…), mi amigo Jesús Galindo Cáceres todavía se da tiempo para investigar y escribir libros.

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En los ojos del joven, arde la llama; en los del viejo, brilla la luz.  —Victor Hugo