01 mayo 2014

Louis Beltran, oui Monsieur

Hablemos de tradiciones, traducciones y traiciones. Es bien conocido el adagio italiano traduttore traditore usado para enfatizar las enormes dificultades de traducir un texto de un idioma a otro, pero es aún más dramático el hecho de que muchos libros, muchos textos de gran importancia, nunca llegan a traducirse.

Luis Ramiro Beltrán ha sido, dentro de todo, afortunado porque el hecho de dominar el inglés le ha permitido escribir y publicar en ese idioma muchos de sus textos.  En  algunos casos los ha escrito primero en inglés antes de traducirlos al castellano, algo que también me ha sucedido muchas veces por eso de que nadie es profeta en su tierra. Algunos textos seminales de Luis Ramiro, entre ellos sus tesis de maestría y de doctorado, se escribieron en inglés cuando él estaba estudiando en la Universidad de Michigan guiado por pensadores tan importantes como Everett Rogers y David Berlo, tutores de sus dos tesis, respectivamente.

A diferencia de otros pensadores de la comunicación de América Latina que no tuvieron esa ventaja, Luis Ramiro logró que su pensamiento se conociera en el ámbito académico de Estados Unidos. Y no solamente eso: consiguió también  que sus ideas influenciaran positivamente a algunos de sus maestros, como es el caso de Everett Rogers, a quien lo unía una gran amistad y admiración, que era mutua.

La distancia que existe entre un idioma y otro es a veces insalvable. Si, como hemos visto, los textos de Beltrán tuvieron una buena entrada en inglés, no sucedió lo mismo en otros idiomas.  Por eso es tan importante que ahora, cuando Luis Ramiro ya ha cumplido más de ocho décadas de vida y se refiere a sí mismo como el “achachi 84”, podamos finalmente tener a disposición sus textos en francés, gracias al trabajo y a la persistencia de Isabel Guglielmone Urioste, que ha invertido varios años en la empresa de seleccionar y comentar los textos, y de promover su publicación en Presses Universitaires de Bordeaux, y a María Teresa Lema, que los ha traducido.

De cada cien habitantes del planeta uno tiene el francés como idioma materno, relativamente poco si se compara al castellano con más de 6 por ciento y al portugués con algo más de 3 por ciento. Si bien el francés no figura entre los idiomas más hablados del planeta su influencia en la cultura del mundo occidental es innegable, sobre todo a través de la literatura.

En la tradición de los estudios de comunicación contemporáneos hay muy pocos pensadores importantes, como Dominique Wolton, que escriben y publican en francés. Otros autores como Jacques Perriault, Pierre Musso, Erik Neveu, Robert Escarpit o Pierre Lévy han abordado las nuevas tecnologías, las redes de información y el periodismo desde una visión instrumental o política, antes que la comunicación como proceso de diálogo e interacción que puede contribuir al desarrollo.

En el tomo de 1400 páginas de la Antología de Comunicación para el Cambio Social que edité junto a mi colega Thomas Tufte en 2006 (en inglés) y 2008 (en castellano), apenas pudimos incluir tres autores de habla francesa, entre los 150 seleccionados, porque la producción teórica sobre comunicación es escasa en los países francófonos. Es una paradoja, además, que autores de importancia como Ignacio Ramonet y Armand Mattelart, publiquen sus obras primero en castellano, y no todas están traducidas al francés, a pesar de que ambos viven en París.
Jose Luis Aguirre, Alfonso Gumucio, Philippe Pasdeloup, Luis Ramiro Beltrán, Isabel Guglielmone y Antonio Vargas

Por todo ello me parece un aporte importante contar con los principales textos de Luis Ramiro Beltrán en francés, porque pienso –con optimismo quizás desmedido, que al tratarse de una edición muy bien pensada por Isabel Guglielmone y publicada además por una editorial universitaria de prestigio en Francia,  podría esperarse que se convierta en un texto de referencia en los estudios de comunicación en Francia, sobre todo en el campo de la comunicación para el desarrollo, que es donde más necesidades puedo identificar, porque los autores franceses están muy alejados de esa temática. 

Isabel ha recogido en el libro de 280 páginas diez textos de Luis Ramiro que son representativos de su abundante producción, estimada en varios centenares de artículos científicos o de divulgación. A través de esta selección se dibuja un itinerario intelectual que comienza en 1971 con el diagnóstico de la “incomunicación en América Latina” y concluye en 2005 con una breve reflexión sobre el Informe MacBride, a 25 años de su nacimiento, titulada pertinentemente “Les utopies sont toujours debout” (Las utopías siguen en pie).

Entre ambos polos se instalan otros ocho ensayos fundamentales en el pensamiento del autor, como “Adiós a Aristóteles” (1979), uno de los más difundidos, y “Las políticas de comunicación en América Latina” (1974), uno de los más necesarios. Parece increíble que después de cuarenta años de haber elaborado este documento todavía no tengamos en la mayoría de los países de la región políticas de comunicación adecuadas a las necesidades de desarrollo político, social, económico y cultural de cada uno de ellos.

En los textos seleccionados encuentro tres constantes principales, no temáticas sino de actitud. Por una parte la capacidad de reflexión crítica, sin ambages, que puebla la producción intelectual de Luis Ramiro. Por otra, el asidero de la teoría en el conocimiento que se adquiere en la práctica social comprometida. Y finalmente, la capacidad de dibujar una y otra vez el horizonte de la utopía, que tantas veces se nos hace escurridizo y difuso.

El ensayo con que Isabel Guglielmone abre el libro es indispensable para entender la obra de Luis Ramiro Beltrán y su influencia en el pensamiento latinoamericano en el campo de la comunicación. Contiene abundante citas, pocas lamentablemente de nuestra región que ha sido pionera en el tema de las políticas y de la comunicación para el desarrollo, pero realiza un recorrido fundamental por el pensamiento de Luis Ramiro, recordando que fue su propia vida el punto de partida de su contribución intelectual y no un simple interés académico.

Isabel se refiere a la escuela crítica de la comunicación en América Latina, el nuevo orden de la información y de la comunicación, el florecimiento de las experiencias de comunicación horizontal que en algún momento planteó Frank Gerace y también Luis Ramiro, y establece comparaciones con las tendencias y conceptos que están en vigor en Europa en la misma época. 

Quién mejor que Isabel para realizar un trabajo de esta naturaleza. Desde que llegó a La Paz en 1975, hace casi cuatro décadas, mantiene afectiva y académicamente un pie en Bolivia y otro en Francia. Su mitad boliviana está marcada por su matrimonio con con el artista plástico Reynaldo Urioste (de quien enviudó), el hijo de ambos, Sebastián, su experiencia académica en varias universidades y su vinculación a nuestras culturas y tradiciones.

En Francia ha desarrollado una carrera extensa en varias universidades y en proyectos de investigación sobre la comunicación. Desde 1990 enseña en el Departamento de Tecnología y Ciencias del Hombre en la Universidad de Tecnología de Compiegne.

Isabel reside en uno de los barrios más lindos de París, a dos pasos del Canal San Martin, que en esta época del año invita pasear y a detenerse  en innumerables restaurantes y cafés. Por ahí estuvimos Isabel y yo hace un par de años, en noviembre de 2011, mientras explorábamos la posibilidad de hacer un lanzamiento de este mismo libro (que tengo en brazos en la foto) en la sede de la Unesco, con presencia virtual de Luis Ramiro y de la propia directora de esa organización, Irina Bokova. Al final, esa presentación soñada no pudo ser. 
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L’accélération de la production et de la transmission
d’un nombre croissant d’informations
ne suffit plus à créer davantage de communication.

Dominique Wolton