10 agosto 2015

Feria a la inversa

Una feria es un mercado donde los productores ofrecen sus productos y los consumidores compran. Sin embargo, en una feria a la inversa sucede exactamente lo contrario: se exhiben las necesidades de los demandantes para que los productores oferten. Esta novedosa idea podría cambiar radicalmente el modelo de negocios en este país y en cualquier otro.

No entendí bien el concepto hasta que tuve oportunidad de visitar en días pasados un evento de esta naturaleza que organizó la Fundación Feria a la Inversa para el gobierno municipal de El Alto. Es la primera vez que se realiza durante la gestión de Soledad Chapetón aunque desde el 2004 se ha organizado en ocho oportunidades en El Alto. En octubre próximo se celebrará la feria número 100 organizada por la fundación.

La idea es muy sencilla y uno se pregunta por qué no se implementa con más frecuencia. La respuesta radica fundamentalmente a la corrupción de nuestras instituciones, porque en esencia lo que una Feria a la Inversa logra, es un proceso transparente y eficiente de adquisiciones por parte de las instituciones del Estado.

Las instituciones del Estado tienen necesidades y compran los insumos que requieren para operar. Por ejemplo, la alcaldía de El Alto necesita uniformes y herramientas para sus trabajadores, desayunos escolares, refacción de edificios, muebles, laboratorios, material de escritorio, computadoras, electrodomésticos y muchas cosas más que probablemente se adquirían antes de manera dolosa.

Para que el proceso sea transparente y con igualdad de oportunidades, interviene la Fundación Feria a la Inversa, que tiene la experiencia y el conocimiento requeridos para organizar eventos de esta naturaleza. La Fundación no solamente “arma” el escenario propicio para establecer los vínculos comerciales entre las instituciones demandantes y los productores ofertantes, sino que acompaña todo el proceso con capacitación y asistencia técnica, apoyando en especial a los pequeños empresarios que responden a la convocatoria con sus ofertas.

Toda la información sobre la demanda institucional se exhibe en detalle con los precios indicativos. Desde que el pequeño empresario productor ingresa a la feria tiene acceso a toda la información sobre la oportunidades ofertadas, y asistencia para llenar los formularios computarizados con los datos de su empresa. Se le proporciona capacitación, se le explica los procedimientos, se lo ayuda a elaborar su oferta con base en las especificaciones detalladas en los pliegos de demanda de bienes y servicios. Las ofertas se abren en público y los contratos se firman el último día de la feria, de manera eficiente.

De acuerdo a la Fundación Feria a la Inversa, las palabras clave para sintetizar lo que aporta este modelo de negocio son: transparencia, ahorro, eficacia, empleo y generación de alianzas estratégicas entre el Estado o las grandes empresas, y los pequeños productores. Cada una de esas palabras hace temblar a los corruptos incrustados no solamente en las instituciones del Estado, sino en las empresas privadas e incluso en algunos organismos de cooperación donde la normas de ética están en desuso.

Se ahorrarían miles de millones si todas las instituciones del Estado adoptaran el modelo. Ya no habría compras directas que significan coimas o “comisiones”, sobreprecios, contratos falsos, y arbitrariedades de toda naturaleza que son moneda corriente. Esto tendría que empezar desde los más altos niveles, donde, por ejemplo, se favorece abiertamente a empresas como Toyota en la compra de centenares de vehículos para el gobierno, sin pasar por licitaciones.

En este país el Estado compra desde satélites y aviones hasta caballos de raza para el ejército, sin pasar por procesos de licitación transparentes. ¿Cuánta “coima” generan esas arbitrariedades? ¿Cuanto pierde el Estado, es decir, todos nosotros? ¿Tenemos un Estado que se atreva a dar ese paso para eliminar la corrupción imperante?

“Poner las cosas a la inversa es en realidad poner las cosas en su lugar, como deberían ser siempre”, me dice un ejecutivo de la Fundación Feria a la Inversa.
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El primer signo de la corrupción en una sociedad que todavía está viva
es "el fin justifica los medios".      —Georges Bernanos