14 agosto 2015

Platino, para latinos

A mediados de julio me invitaron a la gala de entrega de los Premios Platino del Cine Iberoamericano en Marbella, España, que en esta su segunda edición manifestó su ambición de convertirse en una especie de “Oscar” iberoamericano. Entre los bolivianos que llegaron al balneario de la Costa del Sol estaba Mela Márquez, directora de la Cinemateca Boliviana, el cineasta Juan Carlos Valdivia y la actriz Carla Ortiz.

En una gala me siento tan cómodo como en un sartén con aceite hirviendo, pero me dediqué a la observación sociológica y se me hizo llevadera. Una gala empieza siempre con una larga alfombra roja que suele ser una exhibición bochornosa de vanidades y complejos. Hay actores y actrices, directores y productores, guionistas y técnicos que la sufren como una tortura y otros que la disfrutan con miedo escénico, vestidos estrafalariamente para destacar por la vestimenta, cuando no están seguros de destacar por el talento.

Dos centenares de cámaras fotográficas y no menos de veinte de televisión disparan como ametralladoras para obtener, aunque sea por azar, la mejor o la peor mueca de actores y sobre todo actrices que ingresan como pingüinos los primeros y como garzas las segundas, haciendo equilibro sobre sus altos tacos. De tramo en tramo se detienen frente a un grupo de reporteros para responder preguntas y luego siguen hasta el salón VIP donde aguardarán dos horas más hasta que comience el espectáculo.

La entidad organizadora de este evento es Egeda (Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales) que agrupa a productores de todos los países iberoamericanos… “menos Bolivia” según me decía en tono de queja Raúl Vázquez, gerente general para América Latina, un argentino radicado desde joven en Estados Unidos. En Bolivia siempre estamos a la zaga porque actuamos como “calvos peleando por un peine”, como dicen que decía Borges de la disputa por Las Malvinas.

La gala se transmitió en vivo a toda España y América latina, mediante la alianza entre Turner Network Television (TNT), Televisión Española (TVE) y canales locales de todos los países latinoamericanos (en Bolivia fue ATB).

Antonio Banderas durante la conferencia de prensa
El día antes de la gala fuimos con un grupo de periodistas a la conferencia de prensa de Antonio Banderas, a quien se le otorgó un premio de honor por su carrera, y para conversar con actores y directores de las películas en concurso. Conversé a solas con varios miembros del equipo de Mr. Kaplan, mi película favorita (que no ganó en ninguna categoría), así como con la directora de La distancia más larga y con la actriz de Pelo malo, películas venezolanas que me gustaron y de las que daré cuenta en otras notas.

Banderas es una persona sensata y sencilla.  Sin ninguna pose dijo lo que pensaba sobre la necesidad de que el cine latino “tome” Hollywood, en lugar de convertirse solamente en un apéndice. “Llegué a Estados Unidos de villano y ahora hago papeles de héroe”, dijo para señalar que algo se ha logrado. Y añadió: “No hemos cambiado los estereotipos solo los actores sino todos los hispanos”, lo que fue ratificado por Edward James Olmos.

Los bolivianos sentimos un especial cariño por la interpretación que hizo Edward James Olmos del profesor boliviano Jaime Escalante en Stand and deliver (1988) traducida al castellano como Con ganas de triunfar. Cuando tuve oportunidad de conversar con él se lo agradecí y me contó que quería mucho a Escalante, que desarrolló con él una amistad y que lo acompañó hasta sus últimos días.

El mexicano Eugenio Derbez y el español Santiago Segura 
De la gala, copiada del estilo gringo, con malos chistes y metidas de pata, rescato sobre todo cuatro momentos: a) el estupendo lugar donde se llevó a cabo, unas antiguas carreras de piedra en las colinas de Marbella; b) los ataques de los presentadores al cavernario y xenófobo Donald Trump; c) el homenaje a Rita Moreno (que tiene 148 películas en su carrera pero solo será recordada por West Side Story) y d) el diálogo entre el mexicano Eugenio Derbez y el español Santiago Segura, que fue lo único que me hizo reír. Vale la pena ver esos minutos en YouTube.

En cuanto a los premios, mi decepción total. Ya lo sabíamos de antemano, todo estaba encaminado para que la gran ganadora del certamen fuera la producción argentina-española Relatos salvajes.  Meses de intensos masajes publicitarios prepararon el terreno para que ganara esta producción que puede ayudar al cine español a salir de su crisis abriendo mercados latinoamericanos. No es casual que los productores sean Pedro Almodóvar y su hermano Agustín. El cine español necesitaba desesperadamente un “éxito” para levantar vuelo, y mejor si se trata de una coproducción con América Latina.

Relatos salvajes, colección de cortometrajes
Los nueve premios a Relatos salvajes que otorgó este festival de alfombra roja me parecieron desproporcionados. Para empezar, no se trata de un largometraje sino una serie de seis cortos pegados uno detrás del otro, que no tienen nada en común: ni la temática, ni los actores, ni la estructura.  No es un largo con historias paralelas que en algún momento se juntan, como es el caso de Amores perros. El solo hecho de no tratarse de un largometraje debía descartar a este film de los Premios Platino, pero el poder de las influencias pudo más. El premio a la mejor actriz, por ejemplo, le tocó a Érica Rivas quien solamente aparece ocho minutos en el último cuento de este falso largometraje.

Sigo pensando que el mejor jurado es aquel que puede verse las caras y debatir, con argumentos, sobre las películas que están en concurso.  Un jurado que no tiene esa oportunidad (ahora eran nada menos que 50), podría votar sin siquiera ver todas las películas (no hay manera de saberlo), que es lo que me temo que ha sucedido en este caso. Estoy convencido de que los jurados solamente vieron algunas de las películas “probables ganadoras”, y entonces se fueron a lo seguro, a aquella más publicitada: Relatos salvajes.


Si un cineasta joven con una película honesta sobre un tema latinoamericano que sea de vital importancia para nuestra región, me preguntara si debe presentar su film a los Premios Platino, probablemente le diría que no pierda su tiempo, porque allí solamente ganará una producción grande, con mucha publicidad y premios anteriores, probablemente un gran montaje de coproducción entre España y uno o dos países latinoamericanos. Producciones independientes abstenerse.   
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La vanidad es como los vampiros: no se ve en los espejos.
—Xavier Velasco