28 agosto 2016

El diario ecuatoriano de Alfonso Gumucio

Claudio Sánchez es un gestor cultural muy activo, crítico e investigador de cine, editor de cinemascine y autor del libro Los aviones en el cine silente boliviano (2014), cuyo contenido ofrece mucho más que el título. El primer comentario que se publicó sobre mi libro Diario ecuatoriano, Cuaderno de rodaje, fue el que escribió Claudio, publicado en el diario Opinión de Cochabamba el 31 de julio de 2016, días antes de la presentación del libro en la Cinemateca Boliviana.

por Claudio Sánchez


La bibliografía sobre cine se nutre ahora con la presentación en Bolivia del libro escrito por Alfonso Gumucio Dagron ¡Fuera de aquí! (Lluksi kaimanta): Diario ecuatoriano, un auténtico documento testimonial sin ningún tipo de filtros que narra la experiencia del autor durante el rodaje de la película que Jorge Sanjinés hizo en Ecuador en 1975 (estrenada luego, en 1977).

La edición del libro estuvo a cargo del Consejo Nacional de Cinematografía del Ecuador, con el apoyo de la Cinemateca Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, instituciones las cuales organizaron el lanzamiento de la publicación el pasado jueves 14 de abril. En la oportunidad se dio a conocer el diario de rodaje de la película ¡Fuera de aquí!, filmada por el cineasta boliviano Jorge Sanjinés en Ecuador entre el 21 de junio y el 28 de julio de 1975 en Tamboloma (provincia de Tungurahua) y otras comunidades de la sierra ecuatoriana.

Jorge Sanjinés y Alfonso Gumucio
Este diario tan íntimo de Gumucio Dagron se presenta como el testimonio de un rodaje que marcó significativamente a una generación que en Ecuador empezaba a hacer sus primeras armas en cine con la guía de uno de los realizadores más destacados del cine latinoamericano de aquellos años.

Jorge Sanjinés, en la sierra ecuatoriana, filmando casi de manera clandestina en contacto directo con la comunidad un relato que se aproxima a lo que fuera Yawar Mallku (1969), es ahora un personaje de esta narración en la que es cuestionado continuamente. La relación entre Gumucio y Sanjinés se pone en tensión permanentemente por cuestiones como acertadas o erradas decisiones que pueden afectar el propio rodaje. Estas valoraciones personales que hace el autor del libro le brindan a este diario una naturalidad importante y propia que ayuda a seguir de manera dinámica la lectura.

Hay en esta publicación un gesto de valentía importante por parte del autor al hacer público un documento personal. Por lo que cuenta Gumucio Dagron en el prólogo, él siempre escribió diarios. A lo largo de su vida ha intentado siempre mantener ese hábito de la escritura de diarios para recordar, como piezas de su propia memoria, simplemente como registros de lo hecho, sin mayores pretensiones.

Pocho Álvarez, Wilma Granda y Juan Martín Cueva
Sin embargo, una vez en La Paz, en marzo de 2015, durante la realización de la Muestra de Cine Ecuatoriano en la Fundación Cinemateca Boliviana, junto a Juan Martín Cueva (por entonces Director del Consejo Nacional de Cine del Ecuador), Wilma Granda (Directora de la Cinemateca Nacional del Ecuador) y Pocho Álvarez (documentalista ecuatoriano), Gumucio recordó este cuadernillo tan particular, el cual fue valorado de un modo especial por los amigos y quienes sugirieron hacer la edición de un libro, el cual sería un documento histórico de tan particular capítulo dentro del cine ecuatoriano y latinoamericano.

Ciertamente hay que leer este Diario ecuatoriano desde donde fue escrito: los 24 años que tenía su autor, la región de los Andes en los años setenta, América del Sur marcada por las dictaduras de turno (su violencia y atrocidad) y todo el contexto social en el que se sucede la filmación de la película. Esta mirada tan cercana al proceso de rodaje permite descubrir a sus protagonistas de manera más inmediata, aunque siempre quede una distancia – aparentemente – infranqueable entre quienes conducen el Grupo Ukamau y quienes trabajan en el equipo de realización.

Gumucio Dagron se anima a revisitar estos recuerdos, no desde la reconstrucción de la memoria en la distancia, sino desde su escritura inmediata, brindando de esta manera un documento único para el cine boliviano. Con mucha distancia se podría encontrar en el “Anecdotario de una filmación”, escrito por Luis Espinal en agosto de 1977 y publicado en Presencia - texto que es después insertado en el libro de Carlos Mesa El cine boliviano según Luis Espinal (1982)–, sobre la filmación de Chuquiago (1977) de Antonio Eguino, cierto sentido similar en su contenido, aunque Espinal escoge y acude a su memoria selectiva para contar aquello que puede ser interesante para un curioso lector y un entusiasta espectador.

El libro puede resultar polémico por las opiniones aquí vertidas sobre ciertos personajes del cine nacional, controvertido en tanto también toca a quienes asumieron posiciones con el rigor piramidal de ciertas estructuras políticas organizativas. Todo esto, ciertamente, ayuda de manera positiva a discutir nuestro cine, “sus teorías y prácticas”, siempre desde el diálogo que se hace más rico en cuanto existen más insumos para poder hacerlo propicio. Tenemos, entonces, un nuevo motivo para seguir ahondando en el cine desde el cine (las películas), pero también desde sus historias propias.

Claudio Sánchez
No se puede cerrar esta nota sin volver al tema recurrente a lo largo de estos años: la urgencia de contar con la nueva ley de cine que, como parte de los “destinos de su fondo”, contemple las cuestiones editoriales y de investigación sobre cine. Un libro con las características de ¡Fuera de aquí! (Lluksi kaimanta): Diario ecuatoriano, que será presentado el próximo jueves 11 de agosto en Fundación Cinemateca Boliviana, debería contar con una edición boliviana que permita su circulación masiva entre el público en general, y esto podría realizarse con el decidido apoyo del Estado central, a través de políticas de apoyo a emprendimientos de estas características. No se trata, pues, solo de una cuestión relacionada con los jóvenes y sus investigaciones, sino con la cultura cinematográfica nacional y con todos los aportes que se realizan continuamente. Es el momento de insistir en el tema del respeto a la terminología, dentro de la nueva ley, de “crítica e investigación cinematográfica”, como parte de la cadena productiva. Y de insistir también, como ya lo hemos señalado, en la destinación de fondos a trabajos editoriales y de investigación, los cuales ponen en valor nuestro acervo nacional. 
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Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo
de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos.

—Jorge Luis Borges